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sábado, 18 de junio de 2011

La coordinación II: el sistema endocrino

Además del papel fundamental que realiza el sistema nervioso recibiendo la información, coordinándola y produciendo una respuesta adecuada a la situación del organismo, nuestro cuerpo cuenta con otro sistema de coordinación que trabaja junto a él: el sistema endocrino.



El endocrino está formado por un conjunto de glándulas, es decir, de órganos que segregan sustancias útiles, que vierten sus productos de secreción al torrente circulatorio. A través de él viajan, desplazándose a lo largo de todo el organismo, lo que les permite llegar a diferentes órganos o tejidos. Este modo de acción es más lento que la comunicación eléctrica del sistema nervioso, pero su efecto es más duradero, pudiendo extenderse, en ocasiones, durante toda la vida (por ejemplo, la acción de la hormona del crecimiento). De este modo, la acción del sistema endocrino complementa perfectamente la del sistema nervioso.



Las sustancias producidas por las glándulas endocrinas se llaman hormonas. Cada glándula produce varias hormonas, cada una de las cuales tiene efecto sobre algunos órganos (órganos diana) pero no sobre otros, de forma que la acción combinada de varias hormonas puede tener efectos diferentes a la de otro grupo de hormonas, así que el organismo puede adaptar sus respuestas a distintas condiciones.



El sistema endocrino depende, en su funcionamiento, del sistema nervioso a través de un órgano que pertenece a ambos: el hipotálamo. Se trata de un pequeño saliente situado en el interior del cerebro, formando parte del sistema límbico, que recibe impulsos nerviosos de otras partes del cerebro y que, como respuesta, produce y libera varias hormonas que van a parar, sobre todo, a otra glándula próxima, la hipófisis.



Glándulas del sistema endocrino



Las dos glándulas más importantes del sistema endocrino son, precisamente, el hipotálamo y la hipófisis. Las dos se encuentran dentro del cráneo, en la parte baja del cerebro, muy próximas la una a la otra, y están muy relacionadas entre sí. El hipotálamo tiene como función conectar el sistema nervioso con el endocrino, permitiendo que el primero controle al segundo, y controlar, a través de la hipófisis, el funcionamiento del endocrino. La hipófisis regula el crecimiento del organismo, y controla, siguiendo las órdenes que recibe del hipotálamo, el resto de las glándulas endocrinas del cuerpo.



El tiroides se encuentra en el cuello, a ambos lados de la tráquea. Regula el crecimiento, la actividad celular y la maduración del sistema nervioso. Sus hormonas contienen yodo en su composición, elemento que resulta bastante escaso y difícil de conseguir; cuando nuestro organismo no tiene yodo suficiente intenta compensar esta falta aumentando el tamaño del tiroides, lo que provoca una enfermedad llamada bocio. La principal fuente de yodo es el agua del mar, de modo que nosotros lo consumimos fundamentalmente al comer pescado.



El páncreas es una doble glándula, ya que participa en la digestión y como glándula endocrina regula el aprovechamiento de los nutrientes mediante la secreción de dos hormonas: el glucagón y la insulina.



Las glándulas suprarrenales se encuentran justo encima de los riñones. Tienen dos partes bien diferenciadas, la corteza y la médula, que producen hormonas diferentes, con funciones distintas: mientras que las hormonas producidas por la corteza (llamadas corticoides) regulan la cantidad de sales minerales presentes en la sangre y el equilibrio hídrico del organismo (la cantidad de agua que retenemos o eliminamos), las de la médula controlan las respuestas de ataque y huida.



Por último, los órganos genitales no solo producen los gametos (las células que participan en la reproducción) sino que también producen hormonas que regulan la diferenciación sexual, es decir, la aparición de características distintas en hombres y mujeres, y el funcionamiento del aparato reproductor.





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