El oído y el equilibrio comparten varias características comunes, empezando por su localización: están situados en la parte lateral del cráneo, en el lóbulo temporal. De hecho, las estructuras que proporcionan la sensación de equilibrio forman parte del oído interno. Otra característica que comparten es que los dos sentidos son mecanorreceptores.
Pero, por otra parte, se trata de sentidos totalmente diferentes: el oído es un exteroceptor, que capta estímulos procedentes de fuera del organismo, mientras que el sentido del equilibrio es un propioceptor que detecta la posición y el movimiento del propio cuerpo.
El oído
Nuestro oído detecta algunas vibraciones del aire que nos rodea, concretamente las que poseen una frecuencia entre 200 y 20.000 hercios. Las vibraciones de menor frecuencia son percibidas a través del sentido del tacto, mientras que las de mayor frecuencia no son percibidas por nosotros, aunque algunos animales (por ejemplo los perros) sí que pueden escucharlas. Son los ultrasonidos.
La estructura del oído
En el órgano del oído se distinguen tres partes: oído externo, oído medio y oído interno. El oído externo consta de pabellón auricular (oreja) y conducto auditivo externo. La oreja sirve para captar los sonidos y llevarlos hasta el conducto auditivo. En otros animales, además, permite localizar la fuente de los sonidos, pero en nuestro caso, como no podemos moverla, necesitamos mover la cabeza para lograrlo. El conducto auditivo, por su parte, transmite el sonido hacia el interior del órgano, amplificándolo ligeramente gracias a un efecto "bocina" (como cuando gritas a través del hueco de tus manos o de un tubo). También realiza una función de protección del resto del órgano, gracias a la presencia de pelos y de una sustancia grasa llamada cerumen que impiden que los cuerpos extraños lleguen hasta el interior del oído.
El oído medio empieza con una membrana llamada tímpano, que vibra cuando llega el sonido. El tímpano funciona como la membrana de un micrófono: su movimiento se traslada al siguiente grupo de estructuras, la cadena de huesecillos, que es un amplificador mecánico. La pequeña vibración que alcanza el tímpano aumenta su amplitud al pasar de un hueso a otro. Los huesecillos son, por este orden, martillo, yunque y estribo.
Los huesecillos se encuentran en una cavidad que se abre en su parte inferior formando un conducto, llamado trompa de Eustaquio, que desemboca en la faringe. La función de este conducto es descargar la presión que el tímpano ejerce sobre la cavidad del oído medio, evitando que el propio tímpano se rompa al recibir un ruido fuerte.
La última parte del oído es el oído interno. En esta zona se encuentran, en realidad, los dos órganos sensoriales de los que hablábamos al principio, el del oído y el del equilibrio.
El oído interno está formado por una cápsula ósea rellena de un líquido, la endolinfa, encargado de transmitir las vibraciones. Dentro de la cápsula hay una cámara principal, el vestíbulo, de la que nacen dos estructuras diferentes: el aparato vestibular, responsable del sentido del equilibrio, y el caracol o cóclea, donde se produce la sensación de audición.
El caracol es una estructura espiral cuya forma recuerda el caparazón de estos animales. El diámetro del canal va disminuyendo progresivamente desde su base hasta su ápice. En su interior aparecen tres canales huecos, rellenos de endolinfa. El superior se denomina rampa vestibular, y conecta con un adelgazamiento de la pared del oído interno, la ventana oval, que en el oído medio está conectada al estribo. el canal intermedio se denomina conducto coclear, y en él se encuentran los elementos sensoriales, que transforman las vibraciones en impulsos eléctricos y los envían al cerebro. El conducto inferior del caracol se denomina rampa timpánica, y en su base conecta con otra zona adelgazada, la ventana redonda. La finalidad de esta ventana es que el caracol descargue la presión producida por los sonidos hacia el oído medio.
El funcionamiento del oído
El oído externo y el oído medio se limitan a transmitir las vibraciones del aire, amplificando la señal gracias al movimiento de los huesecillos. Éstos transfieren la vibración a la ventana oval, que conecta directamente con la rampa vestibular del caracol. La vibración de los huesecillos se traslada entonces a la endolinfa de la rampa vestibular. La parte inferior de esta rampa es una membrana flexible, que sube y baja en respuesta al movimiento de la endolinfa. Pero no toda la membrana vibra simultáneamente: solo lo hace una pequeña parte de la misma, cuya posición depende de la frecuencia del sonido que llega al caracol: las frecuencias altas hacen vibrar la membrana junto a la ventana oval, mientras que las frecuencias bajas hacen vibrar la membrana en el extremo del caracol (apex).
La vibración de la membrana basilar, por último, se transmite a la rampa timpánica y la recorre hasta llegar a la ventana redonda, a través de la cual se descarga en la cavidad del oído medio.
Los problemas de la audición
El oído es un órgano bastante complejo, que puede tener diferentes tipos de problemas o alteraciones, casi todos los cuales acaban produciendo una pérdida de la agudeza auditiva, llamada hipoacusia (de hipo-, por debajo de, y acusia, oír). En general, los problemas del oído externo suelen limitarse a taponamientos u obstrucciones, debidas a la entrada de cuerpos extraños (en general insectos) o a la formación de tapones de cerumen. En este caso, el exceso de cerumen debe ser retirado, siempre por un profesional sanitario, disolviéndolo en agua templada.
En el oído medio pueden producirse varios tipos de problemas: la obstrucción de las trompas de Eustaquio suele deberse a una infección en la faringe, lo que explica la sensación de "embotamiento" que se produce cuando pasamos por catarros, gripes y otros problemas de la garganta. Otras causas que pueden provocar problemas en el oído medio son las otitis, infecciones de esta parte del oído, o la otosclerosis, enfermedad hereditaria que se debe a una osificación excesiva de la cadena de huesecillos. También es un problema habitual la rotura del tímpano, que puede ser causada por un golpe o, en algunos casos, por un ruido excesivamente fuerte.
La alteración más común del oído interno es la presbiacusia, es decir, la pérdida de agudeza auditiva debida a la edad. Suele empezar por las frecuencias más altas, que son las primeras que dejan de oirse. Otras causas de sordera relacionadas con el oído interno son la sordera tóxica, debida a ciertas sustancias (incluidos algunos medicamentos) que dañan el caracol, el trauma sonoro, que está provocado por la exposición prolongada a ruidos excesivamente intensos o el síndrome de Menière, de causa desconocida, que produce sordera y vértigos (sensación de mareo debida a una alteración del sentido del equilibrio), ya que afecta a toda la endolinfa.
El sentido del equilibrio
El sentido del equilibrio es un propioceptor que detecta la aceleración producida por los movimientos de nuestro cuerpo. La información que proporciona es utilizada por nuestro cerebro para mantener la postura adecuada en cada momento y coordinar el movimiento, evitando que caigamos al movernos.
El órgano receptor del equilibrio se encuentra localizado en el oído interno, aunque en estructuras diferenciadas de las que transmiten el sonido. Consta de dos cavidades (utrículo y sáculo) y tres tubos, los canales semicirculares, que se encuentran rellenos de endolinfa. Todas estas estructuras poseen células ciliadas, capaces de percibir el contacto (cuando algo toca sobre los cilios envían una señal eléctrica al cerebro) y unas pequeñas piedrecitas, llamadas otoconias, que se pueden desplazar por el interior del órgano cuando el cuerpo se mueve. Al cambiar de posición, las otoconias tocan sobre cilios diferentes, por lo que el órgano puede enviar la información de la posición al cerebro.
Tímpano y huesecillos |
Los huesecillos se encuentran en una cavidad que se abre en su parte inferior formando un conducto, llamado trompa de Eustaquio, que desemboca en la faringe. La función de este conducto es descargar la presión que el tímpano ejerce sobre la cavidad del oído medio, evitando que el propio tímpano se rompa al recibir un ruido fuerte.
Una medida de prevención cuando oímos un ruido fuerte, o durante los despegues o aterrizajes en los viajes en avión (cuando la presión varía rápidamente), es mantener la boca abierta, o mascar chicle, para permitir descargar la presión.
La última parte del oído es el oído interno. En esta zona se encuentran, en realidad, los dos órganos sensoriales de los que hablábamos al principio, el del oído y el del equilibrio.
El oído interno está formado por una cápsula ósea rellena de un líquido, la endolinfa, encargado de transmitir las vibraciones. Dentro de la cápsula hay una cámara principal, el vestíbulo, de la que nacen dos estructuras diferentes: el aparato vestibular, responsable del sentido del equilibrio, y el caracol o cóclea, donde se produce la sensación de audición.
El caracol es una estructura espiral cuya forma recuerda el caparazón de estos animales. El diámetro del canal va disminuyendo progresivamente desde su base hasta su ápice. En su interior aparecen tres canales huecos, rellenos de endolinfa. El superior se denomina rampa vestibular, y conecta con un adelgazamiento de la pared del oído interno, la ventana oval, que en el oído medio está conectada al estribo. el canal intermedio se denomina conducto coclear, y en él se encuentran los elementos sensoriales, que transforman las vibraciones en impulsos eléctricos y los envían al cerebro. El conducto inferior del caracol se denomina rampa timpánica, y en su base conecta con otra zona adelgazada, la ventana redonda. La finalidad de esta ventana es que el caracol descargue la presión producida por los sonidos hacia el oído medio.
El funcionamiento del oído
El oído externo y el oído medio se limitan a transmitir las vibraciones del aire, amplificando la señal gracias al movimiento de los huesecillos. Éstos transfieren la vibración a la ventana oval, que conecta directamente con la rampa vestibular del caracol. La vibración de los huesecillos se traslada entonces a la endolinfa de la rampa vestibular. La parte inferior de esta rampa es una membrana flexible, que sube y baja en respuesta al movimiento de la endolinfa. Pero no toda la membrana vibra simultáneamente: solo lo hace una pequeña parte de la misma, cuya posición depende de la frecuencia del sonido que llega al caracol: las frecuencias altas hacen vibrar la membrana junto a la ventana oval, mientras que las frecuencias bajas hacen vibrar la membrana en el extremo del caracol (apex).
La flexibilidad de la membrana basilar, la que vibra al recibir los sonidos, es diferente a lo largo de su recorrido. Eso explica que, a medida que nos vamos haciendo mayores, perdamos la audición de algunas frecuencias antes que las de otras. La pérdida de audición empieza por las frecuencias más altas.
La vibración de la membrana basilar, por último, se transmite a la rampa timpánica y la recorre hasta llegar a la ventana redonda, a través de la cual se descarga en la cavidad del oído medio.
Los problemas de la audición
El oído es un órgano bastante complejo, que puede tener diferentes tipos de problemas o alteraciones, casi todos los cuales acaban produciendo una pérdida de la agudeza auditiva, llamada hipoacusia (de hipo-, por debajo de, y acusia, oír). En general, los problemas del oído externo suelen limitarse a taponamientos u obstrucciones, debidas a la entrada de cuerpos extraños (en general insectos) o a la formación de tapones de cerumen. En este caso, el exceso de cerumen debe ser retirado, siempre por un profesional sanitario, disolviéndolo en agua templada.
En el oído medio pueden producirse varios tipos de problemas: la obstrucción de las trompas de Eustaquio suele deberse a una infección en la faringe, lo que explica la sensación de "embotamiento" que se produce cuando pasamos por catarros, gripes y otros problemas de la garganta. Otras causas que pueden provocar problemas en el oído medio son las otitis, infecciones de esta parte del oído, o la otosclerosis, enfermedad hereditaria que se debe a una osificación excesiva de la cadena de huesecillos. También es un problema habitual la rotura del tímpano, que puede ser causada por un golpe o, en algunos casos, por un ruido excesivamente fuerte.
La alteración más común del oído interno es la presbiacusia, es decir, la pérdida de agudeza auditiva debida a la edad. Suele empezar por las frecuencias más altas, que son las primeras que dejan de oirse. Otras causas de sordera relacionadas con el oído interno son la sordera tóxica, debida a ciertas sustancias (incluidos algunos medicamentos) que dañan el caracol, el trauma sonoro, que está provocado por la exposición prolongada a ruidos excesivamente intensos o el síndrome de Menière, de causa desconocida, que produce sordera y vértigos (sensación de mareo debida a una alteración del sentido del equilibrio), ya que afecta a toda la endolinfa.
El sentido del equilibrio
El sentido del equilibrio es un propioceptor que detecta la aceleración producida por los movimientos de nuestro cuerpo. La información que proporciona es utilizada por nuestro cerebro para mantener la postura adecuada en cada momento y coordinar el movimiento, evitando que caigamos al movernos.
El órgano receptor del equilibrio se encuentra localizado en el oído interno, aunque en estructuras diferenciadas de las que transmiten el sonido. Consta de dos cavidades (utrículo y sáculo) y tres tubos, los canales semicirculares, que se encuentran rellenos de endolinfa. Todas estas estructuras poseen células ciliadas, capaces de percibir el contacto (cuando algo toca sobre los cilios envían una señal eléctrica al cerebro) y unas pequeñas piedrecitas, llamadas otoconias, que se pueden desplazar por el interior del órgano cuando el cuerpo se mueve. Al cambiar de posición, las otoconias tocan sobre cilios diferentes, por lo que el órgano puede enviar la información de la posición al cerebro.